El primer título lo alcanzó en 1992 siendo zaguero central del club. |
El domingo pasado inició su consagración como directivo del verde. |
Por
Jaime Herrera Correa
Medellín
Víctor Marulanda se da unos lujos que muy pocos pueden alcanzar en su carrera deportiva en el fútbol mundial.
El joven directivo, que a sus escasos 37 años se consagró el pasado domingo dando la vuelta olímpica en el estadio Atanasio Girardot como el mandamás del Atlético Nacional, está curtido en títulos.
En sus cerca de 19 años con el verde de Antioquia (aunque en 1997 estuvo en el Alianza Lima de Perú, equipo con el que también fue primero) fue tres veces campeón en su etapa de jugador, una como gerente y otro como presidente.
La primera vez que derramó lágrimas producto de la alegría fue en 1992, privilegio que repitió en 1994 siendo titular. En 1999, en el ocaso de su carrera, también fue campeón aunque no hizo parte del grupo principal.
Su consagración como dirigente arrancó en el 2005 al dar la vuelta olímpica como gerente deportivo y el domingo repitió esta dicha ya en condición de presidente del nueve veces ganador del balompié criollo.
¿Qué significa ser campeón como jugador y presidente?
"Felicidad inmensa y orgullo. Estoy muerto de la dicha".
¿Fue un bautizo por lo alto como directivo?
"Es recibir una bendición con base al trabajo y esfuerzo del grupo y la organización".
¿Nacional le aprendió a Europa donde creen en los jugadores como directivos?
"Lógicamente y con un grupo asesor, un Comité Ejecutivo muy vinculado al equipo, un cuerpo técnico con sabiduría y jugadores comprometidos se logró esta linda campaña".
¿Cuáles fueron los tropiezos en la búsqueda de la estrella?
"La irregularidad del comienzo, lo que hizo que el equipo no adquiriera el gran nivel que afloró en los últimos ocho partidos, excepto el juego ante Santa Fe que nos dejó la enseñanza de que no podíamos ser tan líricos para jugar".
¿Qué representa para usted la novena estrella?
"Para mi es todo porque me dan la oportunidad de estar en el equipo que quiero y se me presenta gracias a una acertada planificación y a la respuesta del equipo. Es una huella que no se me olvidará y una mayor responsabilidad para conseguir cosas más importantes".
¿Qué viene para el segundo semestre?
"Vamos a revisar las cosas a partir de este martes para mirar en qué líneas reforzamos para la Copa Nissan y el torneo, aunque la idea es mantener entre el 90 y 95 por ciento de la nómina campeona".
¿A quién le dedica esta victoria como dirigente?
"A toda mi familia, a mi hija Valentina que el día del título cumplió un año de vida. A mi padre Bernardo, a mi madre Cecilia Velásquez, a mi esposa Natalia Arango y mis hermanos en especial porque fueron el refugio en las buenas y las malas. También a la afición y a la gente que siempre nos apoyó".
¿En algún momento dudó en alcanzar el título?
"Nunca porque cuando tuvimos que mandar a timbrar las boletas lo hicimos con anterioridad y las camisetas de campeones las hicimos desde el mismo momento que clasificamos. De todas maneras había que jugarlo, pero la responsabilidad fue grande".
¿A quién destacaría del grupo?
"Yo siempre hablo más del colectivo y responsabilizo de esta victoria a todo el grupo".
¿Cuál es la diferencia entre ser campeón como jugador y como presidente?
"La verdad es que la emoción es diferente porque ahora tengo una responsabilidad mayor, mientras que de jugador solo me tocaba responder dentro de la cancha. Ahora hay que tomar muchas decisiones y por eso ahora uno acá ríe y llora porque se encuentra un vaivén de emociones difíciles de contener pero se sale adelante por el cariño de la gente".
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