Mientras CART e IRL batallaban entre sí, la NASCAR se aprovechó de la situación y creció a expensas del desgaste de las otras dos
Actualizado: 1 de noviembre de 2008, 7:45 PM ET
Transcurría el año de 1979, cuando por iniciativa de Dan Gurney, con el respaldo de gente como Roger Penske y Pat Patrick, nació la serie de carreras de autos tipo fórmula más grande e importante en la historia del continente americano: la CART (Championship Auto Racing Teams), como se le conoció a este serial, que hasta hoy ha sido el desafío más serio que ha tenido la Fórmula 1, por el reconocimiento mundial como el campeonato de carreras más importante del orbe.
Si bien para algunos la CART no llegó a superar a su "rival" europeo, sí se le acercó mucho, ofreciéndonos, de paso, épicas batallas que hoy en día siguen vivas en el recuerdo de millones de aficionados alrededor del globo. Los nombres -y con ellos múltiples e imborrables momentos de gloria- de Fittipaldi, Mansell, Rahal, Sullivan, Andretti, Villenueve, Montoya, Vasser, junto con muchos otros, le dieron a esta categoría un lugar muy importante en los anales de la historia del automovilismo mundial. EL NACIONALISMO QUE MATÓFueron cerca de 20 años de gloria en que los aficionados en la Unión Americana pudieron disfrutar de un verdadero Campeonato Mundial de calidad donde no predominaban los participantes estadounidenses. A diferencia de lo que hacen hoy la NBA, la NFL, la NASCAR o la MLB, y de lo que en un principio quiso hacer la IRL, la CART en su cúspide contaba con lo mejor de todos lados, y por más irónico que parezca, precisamente este gran atractivo fue el principio de su debacle.
AP
Tony George quiso que la IRL tuviera todo su estilo
Debido a ello, y con este argumento como estandarte, el también presidente del Indianapolis Motor Speedway presentó en 1991 una propuesta para comprar la CART y en su mente "reorganizarla como era debido". Su propuesta fue rechazada, por lo que en 1994 volvió a intentarlo, y simplemente fue nuevamente desairado. Entonces renunció al consejo de directores para formar la Indy Racing League (IRL), utilizando sus retrógradas ideas y las 500 Millas de Indianápolis como los pilares principales de esta nueva categoría. Para la primavera de 1996, la IRL arrancó su primera temporada, desarrollándose al 100 por ciento dentro de territorio estadounidense, y con una alineación de pilotos de EU en su mayoría. Además, para la edición de ese año de las 500 Millas de Indianápolis, George había estipulado que 25 de los 30 espacios disponibles en la parrilla de salida serían ocupados por pilotos de su categoría, dejando únicamente cinco opciones para los pilotos/equipos de la CART que quisieran calificar, sin importarle que pudieran ser mejores y más rápidos. El contraste del arranque de esa misma temporada entre los equipos de la CART en Miami y los de la IRL en Orlando fue abrumador. La mayoría de los equipos y pilotos de la IRL no eran competitivos y se encontraban muy por debajo de lo que presentaba CART, donde participaban cuatro constructores de motores, cuatro armadoras de chasises, dos llanteras, grandes multitudes, importantes patrocinios, 28 autos y pilotos de todas partes del mundo, de los cuales solamente 10 eran estadounidenses. TODOS CONTRA TODOS
A partir de ese momento se desató una guerra sin cuartel entre las dos categorías. Dentro y fuera de las pistas se escenificaron desgastantes batallas que no beneficiaron a nadie y que solamente debilitaron al automovilismo de llantas descubiertas (fórmulas) en Estados Unidos. Mientras todo esto sucedía, el tercer protagonista de esta historia, la NASCAR, se aprovechaba de la situación y crecía a expensas del desgaste de las otras dos. CART e IRL peleaban hasta por el derecho de utilizar el prefijo Indy, mientras que NASCAR iba lentamente ganando terreno ante quienes en ese entonces eran los más grandes y populares. En 1996, CART creaba su propia versión de las 500 Millas de Indianápolis con la U.S. 500 en Michigan, celebrándola el mismo día que la joya del calendario de la IRL, mientras que Tony George respondía con la implantación de nuevas reglas en la construcción de los autos de su categoría, dejando fuera de los parámetros a los autos de la serie CART, con la intención de obligar a los equipos que quisieran calificar para sus 500 Millas a comprar autos nuevos para poder participar. Esto motivó que de 1996 a 1999 casi ningún piloto o equipo de la serie CART compitiera en la Indy 500. La ausencia de los pilotos reconocidos y de los autos más veloces de la CART, así como de los grandes patrocinadores, mantuvo ensombrecida esa carrera. Este hecho empezó a trabajar en favor de la NASCAR, específicamente de las 500 Millas de Daytona, que se posicionó fuertemente en la mente de los aficionados en Estados Unidos. Fue entonces que Tony George empezó a recomponer el camino. Poco a poco la IRL comenzó a incluir en su calendario carreras fuera de los óvalos. De igual manera empezó a tomar en cuenta a pilotos extranjeros que pudieran competir mejor que los estadounidenses desconocidos. Conforme fue pasando el tiempo, la IRL se fue pareciendo más y más a la CART, pero con dos grandes ventajas (o aciertos): un mucho mejor y efectivo aparato de mercadotecnia, y la Indy 500. De esta manera, la IRL fue recuperando terreno ante la CART. La competencia deportiva de sólo un día más grande del mundo, junto con cada vez mejores pilotos, un campeonato más variado y demandante en cuanto a pistas y una buena estrategia de mercadotecnia, atrajeron mejores contratos de televisión, llamando con ello la atención de los patrocinadores, quienes a su vez trajeron consigo a los equipos que subsidiaban. Entonces sólo era cuestión de tiempo para que los equipos empezaran a migrar de la CART a la IRL. De los importantes, primero fueron Ganassi y Penske, les siguió Andretti Green y un año después Rahal Letterman junto con Fernández Racing. En pocas palabras, en un lapso de dos años, de 2001 a 2003, se desató una reacción en cadena que vio a la CART perder terreno dramáticamente ante la IRL.
AP
La IRL ha sabido explotar la belleza de Danica Patrick
Para finales de 2002 y principios de 2003, la CART, afectada por todos estos sucesos, se reorganizaba y convertía en la Champ Car, mientras que la IRL seguía maximizando todos sus activos mediáticos. La nueva Champ Car se enfocaba en mejorar o por lo menos mantener su paquete deportivo (coches, eventos, pilotos, etcétera), mientras que la IRL pensaba más en el lado comercial, en el show. En 2005, la IRL, a través del equipo de Bobby Rahal, trajo a la categoría a Danica Patrick, una piloto que en 2003 y 2004 había competido sin mucho éxito en la Serie Atlantic, antesala de la Champ Car. Danica nunca ganó una carrera en este serial, pero esto no le importó a la IRL. Como lo había hecho con todo lo demás, encontró cómo "mercadear" su nuevo "activo", he hizo de ella el nuevo icono, no sólo de la categoría, sino tal vez de todo el deporte estadounidense. En poco tiempo las grandes carteleras de Times Square en Nueva York mostraban a Patrick como la nueva heroína de EU y las revistas ensalzaban su lado femenino, sin importar que su único logro era haber calificado delante en un par de eventos ayudada por el hecho de que pesa entre 20 y 30 por ciento menos que el resto de los pilotos. Danica, una piloto no mala, pero promedio, se había convertido de tal forma, y prácticamente de la noche a la mañana, en la nueva gran atracción del circo de la IRL, sin ningún otro mérito que el de ser una mujer guapa. EL ARTE DE VENDER UN PRODUCTO
Por otro lado, la Champ Car buscaba cómo mantenerse a flote, pero la realidad es que nunca entendió que el nombre del nuevo juego era "show" y no carreras. La salida intempestiva de varios de sus pilotos y equipos más importantes la había dejado mal parada. Para hacer frente esto, trajo a buenos pilotos y equipos, pero que no eran conocidos en EU. Tiago Monteiro, Timo Glock, Neel Jani, Robert Doornbos, Justin Wilson o Sebastien Bourdais (todos ellos con experiencia en la F1), fueron sólo algunos de los pilotos que la categoría trajo para buscar contrarrestar los nombres de las estrellas que ahora estaban en la IRL, pero que habían sido hechos en la CART, como Castroneves, Franchitti o Kanaan, o en los medios como en el caso de Patrick. El resultado no fue el esperado. La mayoría de la prensa especializada, deslumbrada, tal vez, por el aparato mediático de la IRL, nunca los supo reconocer. Igual ocurrió con el paquete de carreras (chasis/motor/llantas). Desde su creación, la Champ Car tenía un mejor auto que el de la IRL, pero aun así lo mejoró más para la temporada 2007, cuando presentó el DP01. Sin embargo, como sucedió con el caso de los pilotos, la categoría no lo supo "vender" a los medios, por lo que pasó a segundo término el hecho de que el Champ Car fuera un auto sumamente más avanzado, rápido y confiable que el Indy Car. El show y el marketing fueron en los últimos años las claves que definieron el resultado que hoy todos conocemos. La IRL lo hizo mucho mejor, y la CART/Champ Car se empeñó en trabajar netamente en su producto de carreras (equipos, coches, pilotos, competencia, etcétera), que desafortunadamente, hoy por hoy, no son suficientes para competir en un mundo netamente comercial.
AP
La NASCAR se asegura que haya show en cada carrera
A la par, y gracias a todo lo acontecido, la NASCAR creció más de lo que algún día fuera la propia CART, y si de show se trata, se pintan solos. La National Association for Stock Car Auto Racing (Asociación Nacional de Carreras de Automóviles de Serie) es, hoy por hoy, el deporte más visto en la Unión Americana, por encima de cualquier otro. Aquí ninguna decisión se toma sin un motivo específico en función del espectáculo, sin importar cuánto se afecte el aspecto deportivo de la competencia. Si algún competidor se ha escapado, se saca una bandera amarilla para juntarlo; si un piloto local choca a otro, no pasa nada, pero si es al revés, se penaliza. Existen bonos sorpresa para que los pilotos rezagados recuperen su vuelta, como si fuera maquinita de videojuegos; en fin, haciendo una analogía, la NASCAR es como las luchas del automovilismo. En este contexto, hoy de nueva cuenta sólo existe una serie de autos fórmula que cuenta con una mucha mejor imagen y promoción, con más y mejores "estrellas", pero que en realidad no es un mejor producto netamente de carreras que lo que era la Champ Car. La competencia es mucho mayor y no es suficiente con el simple hecho de reunificarse. Para que la Indy Car siga creciendo tendrá que entrarle al juego y cuidar su espectáculo, al igual que la propia competencia deportiva. Deberá ser muy inteligente para no caer en el grotesco mercantilismo de la NASCAR, pero sin olvidar que a final de cuentas el espectáculo es por lo que la gente paga. Habrá de encontrar ese punto de equilibrio en que ambos aspectos puedan convivir sanamente para recuperar poco a poco algo de ese público perdido, que hoy se ha acostumbrado a ver carreras de carritos "chocones" por horas. Por lo pronto, ya terminó la primera temporada de una nueva era, y a pesar de que los equipos y pilotos "de transición" llegaron en franca desventaja contra los de la IRL, fueron capaces de competir y hasta de ganar carreras de vez en cuando. Esto puede ser más que benéfico para la categoría, y gracias a ello pudimos ver una serie más sana, más fuerte y más competitiva que lo que eran los dos seriales por separado, pero no se puede perder de vista el hecho de que aún falta mucho camino por recorrer. Ojalá y así lo vean y entiendan Tony George y su gente, pues para continuar con su propia evolución y la inercia que llevaban, tendrán que seguir avanzando para parecerse aún más (por irónico que sea) a la categoría que acaban de desaparecer. En pocas palabras y para que quede claro, deberán seguir su camino en busca de convertirse en una especie de Champ Car reforzada. Deberán seguir trabajando en su diversificación (de pistas, mercados y pilotos), con un auto más actual, ágil, veloz y versátil, pero al mismo tiempo con un mejor paquete comercial sustentándolo. Tendrán que adoptar el concepto de competencia de la Champ Car, que en general era más exitoso, pero con el paquete mediático de la IRL respaldándolo. En resumen, amigo lector, aunque no creo que haya sido la mejor forma ni el mejor momento de hacer esto, si las cosas se hacen bien, seguramente esta reunificación a mediano plazo traerá de regreso beneficios importantes al automovilismo en nuestro continente. Mientras esto sucede tendremos que acostumbrarnos por lo menos algunos años a seguir viendo coches de la década pasada compitiendo bajo una filosofía y una visión al estilo NASCAR y, lo peor de todo, lejos de nuestro México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario