Si pierde el caso, puede hasta ser excluido del campeonato de la F1, que está en uno de los mejores momentos de su historia. Novela policíaca de alta velocidad.
Han pasado muchos años antes de asistir a un campeonato mundial de automovilismo tan reñido e incierto como el que están
protagonizando los McLaren de Lewis Hamilton y Fernando Alonso contra los Ferrari de Felipe Massa y Kimi Raikkonen. Pero al lado de esos frenéticos y tensos encuentros en cada pista, se está desarrollando otro mundial alrededor de una fantástica y comprobada situación de espionaje industrial en la cual dos
importantes técnicos de ambos equipos fueron cogidos literalmente 'con las manos en la masa' compartiendo información técnica confidencial de Ferrari.
Los protagonistas son dos hombres de cuya rectitud y antecedentes nadie había dudado.
Por un lado está Nigel Stepney, con 30 años de actividad en la Fórmula 1 y reputado como el mejor mecánico en el campeonato, en cuya calidad acompañó el carro de Michael Schumacher en muchas victorias, no solo con Ferrari sino también con Benetton. Stepney era el director técnico de competencia y pruebas de la escudería.
Al otro lado de la línea, en McLaren, oficia Mike Coughlan, nada menos que director de diseño del equipo, que conoce, tuerca por tuerca, los secretos de los carros y sus desarrollos. Pero la historia tiene más antecedentes que los conocidos en los últimos 15 días cuando se destapó totalmente la olla e ingresó otro implicado pues, a pesar de un fallo inicial absolutorio, McLaren no
parece ser tan inocente.
Desde la carrera de Mónaco, el tema se está agitando. Ese día Ferrari reportó cosas sospechosas como haber encontrado un polvo blanco en las bocas de llenado de los tanques de gasolina de los carros. De inmediato, el jefe del equipo, Stepney, fue cambiado a una posición en la cual no tenía acceso al tema de las carreras.
La primera válvula saltó el 21 de junio cuando Ferrari acusó formalmente a Stepney ante un tribunal de Módena por su comportamiento, aunque no se dieron detalles de la demanda.
Pero los episodios del polvo en los tanques y una supuesta venta de componentes a otros equipos, estaban en la queja. La bomba vino el 3 de julio: Stepney fue despedido por la escudería Ferrari,que emprendió otra acción legal en Inglaterra, también incluía al ingeniero Coughlan, de McLaren.
En este momento, el caldo, que parecía ser solo un minestrone en Maranello, tenía mucha más sustancia.
En una papelería cercana a la casa de Coughlan, en Inglaterra, su esposa ordenó fotocopiar 780 páginas de documentos técnicos confidenciales de Ferrari. La dueña del negocio, al ver el contenido y las notas de advertencia que tenía, se puso en contacto con las autoridades y con Ferrari. Pronto hicieron allanamientos en las casas de ambos personajes, donde encontraron más documentos privados del equipo italiano.
Con semejantes evidencias, Ferrari empezó a proceder en los estrados judiciales y McLaren licenció de inmediato a su ingeniero, comunicando de manera oficial que esos documentos estaban en poder de Coughlan a título personal y que nunca habían hecho uso de una información para el diseño de sus carros. Hasta ahí todo parecía institucionalmente válido entre ambos equipos, que se veían como víctimas de un fraude subterráneo de parte de dos de sus piezas claves en la ingeniería y desarrollo.
La situación pareció calmarse cuando se supo que previamente, en el mes de mayo, ambos ingenieros habían tenido reuniones formales con los responsables del equipo Honda, al cual querían ofrecer sus servicios 'en paquete'. Ambos tenían viejas relaciones de trabajo en otros equipos y lucían como una buena pareja para
reforzar al conjunto japonés. De esas conversaciones, Honda reportó a Ferrari y a McLaren.
Pero eso no detuvo a Ferrari, que presentó una demanda contra McLaren ante el Consejo Mundial de FIA (Federación Internacional del Automóvil) cuyas normas deportivas por las cuales se rigen los equipos de la F1 tienen muy clara la protección para los secretos
técnicos de los equipos. Las sanciones pueden ir hasta la suspensión del equipo y la consecuente descalificación de los pilotos del campeonato. Pocos días después, Coughlan hizo un acuerdo con los abogados de Ferrari acerca de los cargos que le imputaban a cambio de darles a conocer todo el meollo del asunto. Esta información amplió el caso dramáticamente.
La dura rivalidad deportiva e institucional de McLaren y Ferrari es una situación conocida. A tal punto que en junio del año pasado, ambos equipos, a pedido de McLaren y muy a regañadientes de Ferrari, habían firmado un documento bilateral de 'no agresión'.
El Consejo Mundial de la FIA se reunió en París el pasado 26 de julio y encontró que McLaren era culpable de haber violado la cláusula 151C del Código que citamos, pero no consideró pertinente ninguna sanción debido a que no tenía evidencias de que se hubiera utilizado esa información en beneficio de sus carros.
Esto fue un frasco de gasolina en la hoguera que ardía en Maranello y una clara afrenta a la jurisprudencia del automovilismo y de la ética general, que suele sancionar cualquier incorrección técnica o de comportamiento por el simple hecho del acto y nunca por los efectos o potenciales beneficios. Siempre se castiga el robo, no lo que hagan con lo hurtado.
En la reunión del Consejo Mundial, solamente se analizaron los documentos pero no se permitió la intervención de Ferrari con sus nuevos argumentos.
La escudería de inmediato apeló por falta del debido proceso y por una total inconformidad con el fallo que encontró a McLaren culpable, pero al mismo tiempo lo absolvió. Lo hizo a través del abogado de la Comisión Deportiva Automovilística Italiana, que es la afiliada a la FIA y actúa en defensa de Ferrari, Dr. Macaluso, ante
el presidente de la FIA, Mike Mosley quien consideró pertinente y viable el recurso y lo envió al estudio de la corte de apelaciones de la FIA para una revisión profunda del fallo inicial.
Las cartas que se cruzaron el abogado de la CDAI y el presidente de la FIA, más allá del formalismo de la apelación, revelan detalles muy molestos para McLaren, que están en el texto de la FIA y no en la queja de Ferrari, lo cual es muy indicativo de la inconformidad del presidente de la entidad con lo fallado por su consejo.
Mosley cita que hay muchos 'elementos sospechosos' como el flujo irregular de documentos desde el mes de marzo pasado; el hecho de que McLaren no le informara a Ferrari sobre las sospechas de espionaje, luego del pacto de confianza mutua que tenían firmado ambos equipos; la instalación de un 'firewall' (bloqueador de elementos de correo) en los emails de Coughlan en el sistema de McLaren, pero sin extensión a sus computadores
personales, lo cual hace pensar que sabían perfectamente lo que estaba pasando. Luego, hay la constancia de un viaje oficial, reconocido por McLaren, de Coughlan a Barcelona donde se encuentra con Stepney para “suspender sus comunicaciones”, a pesar de lo cual Coughlan regresa a Inglaterra con más material de
Ferrari. También se cita que el director administrativo de McLaren dio orden de destruir los documentos.
Ferrari también alega que, desde cuando McLaren supo de la infiltración, ha debido suspender a Coughlan y en cambio, lo dejó seguir trabajando en su equipo en posesión de esos documentos.
Sin embargo, dice Mosley textualmente, “esas sospechas no fueron suficientes pruebas para que el Consejo Mundial rechazara los argumentos de los directivos del equipo McLaren ni para inculpar al equipo por una violación tan grave que probablemente signifique su exclusión del campeonato. En presencia de información ambigua que no probaba que McLaren como equipo había recibido y utilizado información de Ferrari, el Consejo dejó todo como una responsabilidad del equipo con su empleado. En ese caso, su exclusión del campeonato o retiro de puntos no sería apropiado pues se trata de un caso de un funcionario utilizando información de manera ilegítima para sus propósitos personales”.
Mosley sugiere “que el desarrollo de la audiencia habría sido diferente si el consejo le hubiera dado a Ferrari oportunidades diferentes para ser oído. Debido a ello y para mantener la confianza pública en este episodio, he enviado este caso a la Corte de Apelaciones de la FIA con el pedido de que sean escuchados McLaren, Ferrari y cualquier otro equipo del campeonato para que determine si la decisión fue apropiada y, en caso negativo, que se
reemplace por una acción diferente que sea justa”.
Total, este campeonato de la F1 se está jugando más en los escritorios que en la pista, donde el brillo de un Hamilton o la tenacidad de un campeón como Alonso, podrían quedar truncados si jurídicamente el equipo no puede demostrar su inocencia de manera cabal.
Sería un duro episodio para el deporte en caso de que se tomaran acciones contra McLaren, aunque el simple hecho de estar involucrado en semejante escándalo ya lo marca con una pesada duda mundial sobre su ética.
Si McLaren pierde este caso y tiene sanciones, sufrirá un golpe severo más allá de lo deportivo porque la situación no es propiamente un trago sabroso para su socio, Mercedes Benz, que saldría también salpicado, así desde sus oficinas de Alemania esté lejos de las intrigas de los corredores del flamante McLaren Technology Center, en Inglaterra, donde Sherlock Holmes estaría en su salsa escarbando papeles y buscando coincidencias. Que parecen abundar.
José Clopatofsky
· Con los datos conocidos hasta el 31de Julio de 2007, a las 11pm.
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